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Oct

2015

EL NUEVO CENTRO PDF Imprimir E-mail

DIARIO DE SEVILLA / 11/10/2015

MARÍA JOSÉ GUZMÁN

LAS setas han dado vértigo hasta ahora a los políticos sevillanos. Los actos oficiales, incluso de partido, allí celebrados son meramente anecdóticos. Ni siquiera en campañas electorales han querido rentabilizar la espectacular imagen de la ciudad que se obtiene desde el mirador de la Encarnación. La obra de Jürgen Meyer ha triunfado fuera antes que dentro, donde todavía la ciudad se muestra dividida ante un debate que primero fue estético y luego quedó inoculado con el mal del despilfarro. Cuatro años y medio después de que la faraónica obra se diera por terminada, ya es hora de superar la controversia, sobre todo, por el bien de la ciudad, que no debería desaprovechar la proyección internacional que tiene esta vanguardista y premiada estructura. 



Con Juan Ignacio Zoido en la Alcaldía fue imposible; el ex alcalde ha subido al mirador en contadas ocasiones y sin disimular su urticaria. Su sucesor parece ahora decidido a rentabilizar este legado y, de hecho, ha aprovechado las conversaciones con Sacyr para resolver el marrón judicial que obligaba al Ayuntamiento a pagar a la constructora por los incumplimientos del contrato para plantear un cambio en la explotación. 

La empresa tiene una concesión por 40 años y es la que decide, hasta ahora con criterios puramente inmobiliarios, pues es su condición, qué se pone y se hace en las setas. Esto es un inconveniente insalvable y sólo con diálogo y entendimiento el Ayuntamiento puede lograr que la cosa cambie. Y en eso parece que está. El gobierno de Espadas quiere explotar al máximo la singularidad del Metropol y, por tanto, llenar este enclave de un contenido también singular, que nada tiene que ver con las franquicias, cubos de botellines y ofertas del día que ahora dan vida a la Encarnación. Aunque sí tendrá que buscar el equilibrio con la hostelería, irremediable mal endémico de Sevilla en estos tiempos. 

Lo cierto es que allí falta glamour. También ideas. Y algunas deberían llegar de la mano del Ayuntamiento -es lógico que Sacyr busque por encima de todo la rentabilidad-, que en su empeño por ir eliminando la caspa y el olor a rancio que inunda la ciudad quiere revitalizar la zona en la línea que ya lo han hecho algunos pequeños comerciantes del entorno de Regina o la Alfalfa. El mirador se ha quedado desierto y la plaza en superficie no tiene una ocupación permanente. Más que revalorizar las setas, se trata de darles el valor que no han tenido. 

La intención de los socialistas es conseguir que Sevilla, como tienen otras ciudades europeas, tenga más de un centro. El histórico, el comercial... y el de las setas. Y la Navidad servirá de ensayo de este nuevo epicentro que en el último mandato por esas fechas brillaba con luces de verbena de pueblo. El olor elegido por el nuevo gobierno no es el de la caca de poni, es el de la cultura, dicen. Por eso se pondrá mucho hincapié en la potenciación del Antiquarium y en el mirador de las alturas. 

¿Y eso lo hará Sacyr? Tal vez una solución sería subcontratar a una empresa especializada en gestionar este tipo de espacios. De momento, el Ayuntamiento se ofrece para poner un sello distinto a este nuevo centro. Si otras ideas triunfan, el éxito será compartido.

 
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