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Oct

2015

EN LA CALLE SANTANDER PDF Imprimir E-mail

ABC SEVILLA / 24/10/2015

ALBERTO GARCÍA REYES

 

CUANDO te nombran miembro de la Comisión Provincial del Patrimonio te dan una pandereta y un matasuegras. Eso por un lado. Por el otro, el látigo y el tridente con su correspondiente disfraz. «¿Hoy qué toca?» «Pandereta, que vamos a aprobar el proyecto de González Cordón en la calle Santander» «¿Y pasado mañana?» «Ponte el traje de diablo para crujir al restaurante que está al lado, que ha puesto una antena en la azotea. Sí, el de los restos de la muralla...» Y todos a coro montan un carnaval o un aquelarre, según toque. El organismo, que ha presidido el manriqueño Paco Díaz Morillo puede estar entre los dos o tres más desacreditados del amplio entramado institucional. Sectario, sumiso, funciona como alfombra cuando se trata de aprobar un proyecto amigo. Cuando no lo es, en lugar de alfombra se convierte en muralla. Su trayectoria la avalan decenas y decenas de resoluciones que han resultado a todas luces incomprensibles. Pero esta de la calle Santander traspasa todas las barreras del descaro.

 

Al ojo le cuesta acostumbrarse a lo nuevo. En el siglo XVI los vecinos de Sevilla tuvieron que tardar lo suyo en asimilar el capuchón renacentista que le estaban poniendo a la torre almohade. En todos los siglos otras actuaciones también resultaron chocantes no por su mayor o menor belleza sino por su carácter novedoso. En la calle Santander el edificio de Cordón es nuevo, pero es horroroso. Tiene toda la pinta de una caracola de nueva generación. Y se permite. No respeta el entorno ni la coherencia estética. Sin embargo, la antena del restaurante de al lado, que fue objeto de una rehabilitación de libro, y la placa con el rótulo, son para la Comisión del Patrimonio motivos para endosarle una multa de una cuantía sin precedentes. Esto no se entiende. Y cuando las cosas no las entienden ni los percentiles más bajos es que habrá por ahí algún gato encerrado que tarde o temprano comenzará a maullar. En la calle Santander están pasando cosas muy raras. No son fantasmas. O tal vez sí.

 
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