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CIUDAD DEL DISPARATE PDF Imprimir E-mail

DIARIO DE SEVILLA / 28/10/2015

CARLOS COLÓN

EL empresario Juan Manuel Chacón restauró la Casa del Tesorero para convertirla en un restaurante. Respetó la normativa vigente, el proyecto fue aprobado por la Gerencia de Urbanismo, incluyó un arqueólogo en los trabajos de restauración, sufrió los retrasos provocados nuestra lenta y mostrenca Administración, y por la descoordinación entre los gerifaltes del patrimonio locales y autonómicos, pero al final le devolvió a la ciudad un edificio que antes de su intervención estaba en ruinas. Pero cometió el "error" de poner cuatro focos, una antena y un par de rótulos. Cuestiones fácilmente subsanables. Pero no para la siempre vigilante Comisión Provincial de Patrimonio de la Junta de Andalucía, que le ha atizado una multa de 350.000 euros. ¡Nada más y nada menos que 350.000 euros! 



¿Sabe usted con qué belleza linda la Casa del Tesorero además de con la Casa de la Moneda? Con el estupendo edificio, tan respetuoso con el entorno, de Antonio González Cordón. Éste no planteó ningún problema a la Comisión de Patrimonio. Como tampoco se lo plantearon las setas de la Encarnación, la torre Pelli o -puestos a relacionar hostelería y conservación- el interior y los rótulos del Bar Laredo. Así es si así os parece. Conclusión de la aventura: el empresario ha puesto en venta sus negocios y deja la ciudad. Lo comprendo. Le aplaudo. Ésta es la ciudad del disparate y el desgobierno. 

Nunca olvidaré -y nadie debería olvidarlo- lo sucedido con las plazas del Cristo de Burgos y de San Lorenzo. En marzo de 2003 la siempre atenta e imparcial Comisión de Patrimonio (PSOE) ordenó la inmediata paralización de las obras que el Ayuntamiento llevaba a cabo en la Plaza del Cristo de Burgos porque el proyecto de la Gerencia de Urbanismo, entonces en manos del PA, no respetaba la estructura de este enclave. Según la inolvidable delegada provincial de Cultura, doña Maribel Montaño, era imprescindible mantener la geometría y ordenación actual, y respetar los pavimentos tradicionales. Seis meses más tarde, en agosto de 2003, comenzaron las obras de reforma de la plaza de San Lorenzo: igualaron su altura, le quitaron la estructura de plaza salón y sustituyeron los adoquines por losetillas. ¿Qué dijo la siempre atenta Comisión de Patrimonio? Nada. ¿Qué había pasado entre una y otra reforma? Una nadería: las elecciones de mayo de 2003 que deshicieron el pacto con el PA y pusieron Urbanismo en manos socialistas.

 
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