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2020

Un misterioso homenaje PDF Imprimir E-mail
Ceramica

Abc Sevilla / 14/09/2020

Alberto Flores

En plena nacional 630 –la antigua ruta de la plata-, esa carretera que poco a poco ha ido quedando desplazada por la moderna y más rápida autovía A-66, los conductores más observadores pueden encontrar un curioso y misterioso monumento funerario que se alza en un punto concreto del término municipal de Guillena. Entre esta localidad y Las Pajanosas, en el margen derecho de la carretera sentido Sevilla, se erige un monolito blanco coronado por una inquietante cruz y una serie de azulejos que reflejan una historia bastante desconocida y sobre la que a día de hoy persisten numerosas incógnitas.

Esta lápida se encuentra en un lugar en el que fácilmente puede pasar desapercibida, pero al observarla con detenimiento podemos comprobar como se trata de un precioso homenaje a una persona que se dejó la vida en un desgraciado accidente en este mismo punto. Como una especie de rosario, las carreteras de todo el país están llenas de pequeñas cruces, coronas o ramos de flores que reflejan y recuerdan el punto exacto de la carretera donde alguien ha perdido la vida. En cierta manera, como si de un sentimiento ancestral se tratase, son muchas las personas que siguen alimentando la creencia que nos indica que algo del espíritu de la persona que murió, ha quedado encerrado en ese lugar.

El monumento funerario que nos ocupa es un ejemplo magistral de esta tradición, teniendo casi un siglo de antigüedad, donde puede leerse en su parte superior esta inscripción reflejada en unos azulejos: «Lápida conmemorativa al joven heroico y eminente médico sevillano Don Luis Carmona y Ruiz de Bustillo por las muchas vidas que salvó en El Real de la Jara en el mes de septiembre de 1928. Descansan sus restos en el cementerio de San Fernando de Sevilla en el panteón de la familia Díaz y Cos, calle Virgen del Carmen».

El joven médico se trasladaba desde Sevilla a los pueblos de la Sierra Norte
Se trata por tanto del homenaje a una persona, a la que la desgracia se le apareció en este lugar exacto, un joven médico sevillano que no dudaba en tiempos muy complicados, cuando la asistencia sanitaria era un lujo al alcance de muy pocas personas, en desplazarse a los entonces aislados pueblos del norte de la provincia de Sevilla para atender a las personas que vivían en unas condiciones muy difíciles. Fue en ese otoño de 1928, cuando retornando a la capital de una de sus visitas a El Real de la Jara, Luis Carmona encontró la muerte en un accidente de tráfico.

Así lo cuenta y pide una oración otro retablo cerámico que se encuentra en el monolito con la siguiente inscripción: «Un padre nuestro por el alma de Don Luis Carmona y Ruiz de Bustillo, médico que falleció a los 25 años de edad de un accidente automovilista. Su padre Don Juan Carmona Guzmán y sus hermanos Don Juan y Doña María Rosa no lo olvidan. Vivía en Jesús del Gran Poder 90. Sevilla». Justo debajo de esta leyenda, podemos admirar otro retablo cerámico que representa la imagen del joven médico, que parece mirarnos desde otro tiempo ataviado con un elegante traje cruzado, corbata y peinado a la raya con meticulosidad.

Versos
Un conjunto escultórico en plena carretera que se complementa con estos desgarrados versos que estremecen a todo aquel que hace un pequeño alto en su caminar para leerlos: «Caminante si sabes de las sendas angostas de la vida y la muerte, respeta este dolor. Un hijo dio su sangre en aras de la ciencia, muriendo vive un padre su desgracia mayor. Humanidad, si sabes que es llorar y sufrir, piensa que el que aquí murió, dio su vida por ti».

Los detalles de la historia que existe detrás de este monumento funerario se han ido escondiendo con el paso de los años. Lo que podemos conocer a día de hoy es que el 5 de octubre de 1928, los periódicos de la época publicaron una pequeña noticia, mezclada con todo tipo de titulares que contaba como don Luis Carmona Ruiz Bustillos, de 25 años, había fallecido «debido al vuelco en la carretera de El Real de la Jara, donde volcó un camión de servicio público a consecuencia de la rotura de la dirección».

Desde aquel día, este punto de la carretera quedó marcado para siempre, un lugar en el que este joven médico sevillano que cuidaba de la salud de los más desfavorecidos, sigue en cierta manera velando por todos aquellos conductores y caminantes que transitan a diario.

 
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