La detención el pasado 3 de enero de tres individuos de nacionalidad rumana que habían robado piezas de carros de combate del interior de la Fábrica de Artillería ha puesto en entredicho la seguridad de este edificio que, aunque vacío desde que Defensa lo abandonase, guarda en su interior ventanales, cubiertas y piezas de hierro, que pueden ser muy atractivas para los amigos de lo ajeno. En esta ocasión, los detenidos sólo tuvieron que saltar una reja para introducirse en el interior de este inmueble de 20.000 metros cuadrados y sacar unas pocas piezas para revenderlas en una chatarrería, lo que da idea de lo vulnerable que es un edificio declarado bien de interés cultural en el año 2000 y que es propiedad del Ayuntamiento hispalense.

Desde la Corporación municipal se asegura que la Policía Local hace continuas rondas por la zona para disuadir a quienes quieren acceder a su interior, pero ayer, al menos, no pudo avanzar si se van a tomar otras medidas para reforzar la seguridad de este inmueble de titularidad pública para evitar que el expolio continue. Hasta hace unas semanas en la fachada principal del inmueble se podían ver algunas cámaras de seguridad dotadas con infrarrojos que detectan cualquier movimiento en torno al edificio, pero no deben estar operativas porque no dieron señal de alarma alguna cuando se produjeron estos robos.

No es la primera vez que un edificio de titularidad municipal es abandonado sin vigilancia y es aprovechado por los amigos de lo ajeno para llevarse lo que hay en él de valor o como refugio por los sin techo, de hecho muy cerca de la Fábrica de Artillería está el antiguo Mercado de la Puerta de la Carne, de donde hubo que desalojar a varios «ocupas».