Vie

14

Ene

2011

UN AYUNTAMIENTO DORADO Imprimir

 

«Sevilla era una borrachera de color». Con estas palabras, María Dolores Robador, directora de la obra de restauración de las fachadas del Ayuntamiento de Sevilla, definía a la ciudad en el siglo XVI, donde la práctica totalidad de edificios se mostraban al ciudadano y al foráneo con tonalidades que llamaban poderosamente la atención.
Y el Consistorio no se iba a librar. Porque este monumento plateresco no fue concebido tal y como lo podemos contemplar hoy en día. Sus fachadas fueron, inicialmente, además de la piedra que ha perdurado hasta la actualidad, un color ocre —dorado—, como de oro viejo, que cubría todo el edificio. Así lo revelaba María Dolores Robador en la presentación de la primera fase de restauración de las fachadas del Ayuntamiento, concretamente las fachadas Sur y Este del arquillo —incluido éste—.
Pero ¿estaría preparada la ciudad para volver a contemplarlo de esta manera? Un aspecto que quiso zanjar el alcaide del Alcázar, Antonio Rodríguez Galindo, señalando que «supondría un gran debate en la sociedad». Por su parte, el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno —al que «cazó» Rodríguez Galindo cuando pasaba por allí—, fue de la opinión de que hay que saber conjugar «la tradición y el fin con el que se hizo con el imaginario del ciudadano de hoy, que tiene la visión del Ayuntamiento como lo vemos ahora», aunque no se cierra a nada.
Al margen de este debate, el Ayuntamiento se ha puesto manos a la obra en la restauración del emblemático edificio. Esta primera fase ha servido para ofrecer una nueva cara, limpia y pulcra, de la zona rehabilitada. Con un presupuesto de casi 175.000 euros, se ha reforzado estructuralmente la fachada y los elementos escultóricos que la componen; se ha limpiado la piedra de costras, sales y materiales nocivos, procediendo después a la impermeabilización de las cornisas, gárgola y demás zonas afectadas por la humedad —se ha colocado una pequeña cornisa para que el agua no resbale directamente por las paredes que pasa prácticamente inadvertida— y, finalmente, se han consolidado las piedras y también las esculturas.
Materiales y técnica
 Una labor minuciosa, como destaca la autora del proyecto y directora de la obra, en la que se han utilizado los mismos materiales y la misma técnica que cuando se concibió el edificio. «Las piedras se estaban descomponiendo —precisó María Dolores Robador— e incluso ha habido que sustituir algunas partes de la balaustrada superior».
Las piedras —calizas— se han reforzado interiormente con morteros, también de la misma clase y «cada centímetro cuadrado se ha tratado de manera distinta» para no alterar la piedra. Además, la limpieza ha sido llevada a cabo de forma manual. Igualmente, la directora de obra subrayó que todos los componentes del equipo son sevillanos, y está conformado por entre diez y doce personas, entre las que se encuentran arquitectos, licenciados en Bellas Artes y operarios. «Mucha gente experta y con vocación profesional para trabajar en un edificio singular y extraordinario». «Ahora —abundó María Dolores Robador— lo que hace falta es que se conserve todo lo restaurado y dure muchos años más.
Después de Semana Santa comenzarán las obras en el siguiente tramo, en sentido hacia calle Granada, y los responsables de esta restauración esperan que para finales de 2013 haya concluido toda la restauración. En total, el trabajo se abordará en cuatro fases. Para la segunda se está tramitando ya toda la cuestión de licitación y «trámites burocráticos».
Por ahora, la primera fase devuelve a su esplendor este edificio que un día fue dorado, como la época en la que se construyó.